Algunos indicios apuntan a esta recuperación:
Virada para os negócios híbridos – la reactivación de los viajes con foco profesional (bleisure) favorece a los hoteles, que ofrecen una estructura consistente cuando los alquileres siguen limitados. En NYC, por ejemplo, el STR (short-term rentals) retrocedió un 50% en 12 meses hasta noviembre de 2024, alrededor de 1,8 millones de noches menos, mientras que los hoteles avanzaron con 1,2 millones de noches vendidas más.
Lo que los viajeros esperan, y donde los hoteles brillan – espacios para reuniones, servicios profesionales, flexibilidad. Todo esto otorga fuerza a los hoteles frente a las expectativas complejas del público actual.
El día laboral se convirtió en oportunidad – muchos hoteles ya ofrecen day-use, atendiendo a quienes desean descansar, trabajar o recomponerse entre vuelos, algo que la mayoría de los alquileres por temporada no puede ofrecer con la misma estructura.
Distribución más inteligente y conectividad fuerte – varias plataformas ayudan a los hoteles a alinear contenido, tarifas y posicionamiento, mientras que el STR enfrenta limitaciones tecnológicas para competir en esos “nichos corporativos” con verdadera escala.
Patrones de comportamiento entre generaciones – los boomers buscan confiabilidad, los millennials conveniencia inteligente en un plan de bleisure, y la Gen Z aporta imprevisibilidad. Los hoteles ya están preparados para atender esta mezcla con políticas, contenido y tarifas más estructuradas.
El ecosistema no es guerra, sino sinergia – no es Hoteles x STR, sino un sistema híbrido. Quien logre la integración, la flexibilidad y el propósito del viajero gana.
Los hoteles vuelven a marcar el ritmo de la experiencia.
Cuando la demanda se conecta menos con la economía doméstica y más con la estructura, la previsibilidad y el propósito, los hoteles retoman el protagonismo. En Nueva York, la caída de los alquileres por temporada, un 50% menos en un año, acompañó el avance de los hoteles con incrementos concretos de demanda.
La lógica es simple y poderosa: los viajes de trabajo con toques de ocio (bleisure) exigen más que solo una habitación; requieren una plataforma (salas de reunión, wi-fi robusto, posibilidad de descansar bien, incluso breves comidas corporativas). Son puntos de contacto que posicionan a los hoteles como aliados estratégicos de itinerarios complejos.
Cuando el día aún tiene valor para el huésped, una pausa entre reuniones, un momento mental para descansar, una escala que merece dignidad, el day-use se vuelve oro. Aún más cuando se comercializa con tecnología que permite vender ese tiempo de manera ágil e integrada.
Y si el STR todavía tropieza por falta de conectividad con plataformas de viaje, tarifas corporativas y canales multigeneracionales, los hoteles ya avanzaron. Con contenido consistente, políticas claras e integración fluida, consolidan una ventaja competitiva firme.
Esto no es una disputa, es una danza entre modelos que, bien orquestada, amplía la oferta y atiende a las necesidades del viajero cambiante.